Hola. Soy un caracol. No hago ruido, no corro, no molesto a nadie. Me muevo lentamente, en silencio. Cuando estoy sumergido en agua hirviendo, sigo vivo. Siento el calor subir, mi piel arde. Siento el dolor. No tengo lágrimas, pero sufro. No estoy solo. Las langostas, los cangrejos, los mejillones Ellos también son cocidos vivos. Ellos también sienten. Decir “solo es un caracol” no cambia nada de lo que siento. Siento. Sufro. Existo. Observar lo que ponemos en nuestros platos permite entender el sufrimiento a veces oculto detrás de la comida. Incluso el silencio puede contener dolor. Las pequeñas vidas no son menos importantes.

Hola. Soy un caracol.
No hago ruido, no corro, no molesto a nadie.
Me muevo lentamente, en silencio.
Cuando estoy sumergido en agua hirviendo, sigo vivo.
Siento el calor subir, mi piel arde.
Siento el dolor. No tengo lágrimas, pero sufro.
No estoy solo. Las langostas, los cangrejos, los mejillones
Ellos también son cocidos vivos. Ellos también sienten.
Decir “solo es un caracol” no cambia nada de lo que siento.
Siento. Sufro. Existo.
Observar lo que ponemos en nuestros platos permite entender el sufrimiento a veces oculto detrás de la comida.
Incluso el silencio puede contener dolor.
Las pequeñas vidas no son menos importantes.

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