Las orquídeas son de los imitadores más sofisticados de la naturaleza.
Algunas especies imitan la forma, el color y el aroma de los insectos para atraer a sus polinizadores.
Cuando una abeja o avispa desprevenida aterriza, creyendo que se encuentra con una pareja,
la flor transfiere su polen al insecto, asegurando así su reproducción.
Esta forma de mimetismo demuestra lo compleja e inteligente que puede parecer la evolución
una verdadera obra maestra natural del engaño.
